Anochecer en el cafe del mar

22-06-07

Querido Diario:

Hace ya tres años que estuve en Ibiza y juré que volvería. Fue una de las semanas mas divertidas de mi vida, lo pasé genial a pesar de no conseguir varios de los objetivos que me había marcado.

Una de las cosas que mejor recuerdo son los anocheceres en la bahía de san Antonio. Creo que es lo más cercano a un lugar paradisíaco que he visto. Y sobre todo me llamó la intención la sensación de “buenrollismo que había”. Cientos de personas se acercaban a la hora del anochecer a la terraza natural que se forma justo a los pies del café de mar, riendo, cantando, pasándolo bien, y todos finalmente acabábamos sentados en silencio, reverenciando la belleza que se nos mostraba al irse el Astro Rey. Era como una experiencia que nos unía a todos entre nosotros y con la naturaleza, y nadie se atrevía a romper el mágico momento. Cada uno tendría su vida fuera de la Isla Blanca, unos serían mas poderosos, otros mas inteligentes, unos buenos, otros malvados, pero en ese momento, todos éramos iguales, insignificantes delante de la maravilla que es la vida y la creación.

Es una pena que el sitio se haya desvirtuado, encareciendo enormemente los precios en los garitos de alrededor, y con múltiples chiringuitos playeros que eliminan un poco la ilusión de salvaje belleza, pero aún así, y parafraseando al gran poeta, era “una experiencia religiosa”.

Después de eso, ya todos nos separábamos, cada uno continuando con sus actividades diarias, unos lanzando pelotas y jugando con el diábolo, otros con las llaves de sus coches Tuning en la mano, otros directos a comprar el botellón de esa noche, pero todos con una sensación en el corazón que ya nos seguiría el resto de la vida.

Por eso, querido diario, quiero recomendarte que, si puedes, te pases por la mágica isla que es Ibiza y te detengas unos momento en la terraza del café del mar para vivir una de las mejores sensaciones que te puede ofrecer la vida.